¿Tiene la desigualdad efectos sobre el crimen?: Desafiando consensos en políticas públicas

Ene 27, 2021 | Desigualdad, Gazette

La desigualdad y el crimen son problemas persistentes en el debate público en Chile. Los datos así lo muestran. En 2017, Chile ocupó el cuarto lugar en el Ranking de desigualdad entre los países de la OCDE con un índice Gini de 0,45. Esta desigual distribución del ingreso acompaña a otros tipos de desigualdad, como, por ejemplo, la desigualdad del acceso a la atención médica o la educación (PNUD, 2017). Por otro lado, la encuesta de victimización de 2017 (ENUSC, 2017) muestra que los chilenos consideran el crimen como uno de sus problemas más relevantes. El porcentaje de la población que identificó el delito como su principal preocupación fue un 20%, o 30% si se considera el tráfico de drogas.

En este contexto, ¿existe una relación entre desigualdad y crimen? Esta parece ser la opinión común del público y de los medios de comunicación, como podemos ver en la imagen de los titulares de periódicos. De hecho, varios académicos que han estudiado los determinantes del crimen han apuntado a la desigualdad como una de sus causas principales. Gary Becker, uno de los primeros investigadores que modelaron las decisiones criminales como una elección racional hecha por individuos, sostiene que una persona comete un delito sólo si los beneficios esperados de tal comportamiento ilegal son mayores que los costos. Según Becker, la desigualdad podría aumentar si los ricos se hacen más ricos o si los pobres se hacen más pobres. En ambos casos, esta situación conducirá a una mayor actividad delictual ya que hay tanto más que robar como mayor necesidad de robar. En economía, estos dos efectos son etiquetados como de rapacidad y de oportunidad. Sin embargo, una reciente investigación junto a Alejandro Corvalán (U. de Chile) intenta demostrar que esta relación no es siempre cierta. Este trabajo, por el contrario, argumenta que hay buenas razones para creer que la desigualdad podría tener un efecto ambiguo en los crímenes de naturaleza económica (como robos a propiedad privada, u otros).

Nuestra hipótesis sostiene que cuando la desigualdad aumenta, efectivamente aumentan los incentivos para cometer un delito. Pero el punto relevante es que este mismo aumento en la desigualdad también genera incentivos en los grupos más ricos para aumentar su nivel de protección. La razón es que, en un ambiente desigual, estos últimos tienen más recursos para gastar en protección y tienen más que perder si sus propiedades son robadas.

La evidencia de que la desigualdad y la protección privada están positivamente asociadas abunda. El artículo del New York Times del año 2014 (Bowles y Jayadev), muestra que el número de empleados en servicios de protección privada por el total de trabajadores aumenta con el índice de desigualdad de Gini:

Esta evidencia implica que la desigualdad está operando en dos dimensiones distintas. Por una parte, el aumento de las diferencias de ingreso entre ricos y pobres aumenta lo que los economistas han llamado “oferta de delincuencia”, la cual está relacionada con los incentivos que tienen los agentes por cometer delitos. Pero al mismo tiempo, también aumenta la demanda de protección contra la delincuencia o, en términos económicos, disminuye “la demanda por delincuencia”. Por lo tanto, argumentamos que el efecto neto del aumento de la desigualdad en el crimen es ambiguo porque estas dos fuerzas están trabajando al mismo tiempo. La desigualdad puede cambiar, pero el efecto que primer dependerá de la elasticidad de las dos curvas. En la investigación, escribimos un modelo formal para ilustrar esta idea.

En la segunda parte de nuestro trabajo probamos que los datos respaldan el efecto ambiguo de la desigualdad en el crimen predicho por el modelo teórico. Para ello, realizamos un meta-análisis, que es una revisión estadística formal de toda la literatura disponible que estudia una relación particular (Stanley & Doucouliagos, 2012). Dicha técnica es muy utilizada en la ciencia médica, pero aún poco utilizada en economía. En nuestro caso, recopilamos todos los trabajos publicados y no publicados que estudian la relación entre desigualdad y crimen. A través de las técnicas de meta-análisis, podemos mostrar que la relación entre desigualdad y crimen es ambigua. El meta-análisis permite detectar el sesgo de publicación, que se refiere a la preferencia de informar un conjunto particular de resultados por parte de un investigador, que sospechamos que sea positivo en nuestro caso. Nuestro meta-análisis revela que el verdadero efecto de la desigualdad en el crimen es mayormente cero o económicamente insignificante, como sugiere nuestro modelo teórico. Esto podría verse en el gráfico de embudo a continuación donde el coeficiente de correlación (entre desigualdad y crimen) se encuentra en el eje x, y la precisión de las estimaciones en el eje y.

Hay 1.130 puntos como el número de estimaciones. La figura muestra que las estimaciones más precisas (con valores más altos en y) están alrededor de cero. Esto significa que es probable que la relación entre crimen y desigualdad sea estadística y económicamente insignificante.

Finalmente, debemos enfatizar que nuestro estudio no sugiere que la desigualdad es inocua. Si bien un aumento en las diferencias de ingreso dentro de la sociedad podría tener efectos ambiguos sobre el crimen, estas diferencias implican de manera no ambigua un aumento en los recursos destinados a la protección. Para Chile, no hay datos actualizados sobre el personal de seguridad privada, pero los datos de 2008 estimaron un total de 45.020 guardias. Los recursos gastados en protección podrían usarse de maneras más productivas si el nivel de desigualdad fuera más bajo.

Este artículo fue originalmente publicado en nuestra revista Gazette.

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