Por Felipe Balmaceda y Raphael Bergoeing
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Transcurridos dos meses desde el primer caso conocido de coronavirus en Chile, es posible aventurar algunas lecciones relevantes para que, ante una próxima epidemia o catástrofe, la política pública actúe oportuna y correctamente.
Lección 1: Nuestra institucionalidad macrofinanciera, con un Banco Central autónomo, una regla fiscal y una adecuada regulación prudencial en el mercado de capitales, ha permitido que el Estado implemente políticas verosímiles y con alto impacto. Sin la estabilidad agregada alcanzada durante las últimas décadas, esta crisis sanitaria y económica sería incluso más profunda.
Lección 2: Los datos son clave. Sin información desagregada y pertinente, la calidad del diagnóstico y el diseño de las políticas se deterioran y pierden credibilidad. Por cierto, la información personal sensible debe estar sujeta a la protección de su titularidad.
Lección 3: La ciencia realiza el análisis. Es obvio, pero no hace mucho se denostaba la opinión experta mediante la crítica al exceso de tecnicismo. La política debe decidir las políticas, pero son los expertos los que alimentan las decisiones, enseñando las alternativas posibles y sus eventuales costos.
Lección 4: La “mano invisible” no resuelve las crisis, especialmente cuando son de la magnitud y amplitud de la actual. Episodios como éste nos recuerdan la importancia del Estado y que, para alinear el interés privado con lo público, solo la regulación sirve.
Lección 5: Una red asistencial robusta permite compatibilizar los costos inmediatos con los intereses de largo plazo. Y esa red de apoyo debe ser diseñada para, con flexibilidad, aprovechar la capacidad instalada total del país. No tiene sentido, por ejemplo, construir hospitales que estarán la mayor parte del tiempo ociosos. Se requiere movilizar recursos cuando las necesidades crecen sobre lo habitual, disponiendo de nuevos hospitales dentro de los actuales, y utilizando las instalaciones privadas si están disponibles.
Lección 6. La confianza de los ciudadanos en el Estado es fundamental. Sin ella, no es posible solucionar problemas de acción colectiva, como los que surgen durante una pandemia. La evidencia muestra que en las economías poco competitivas hay baja confianza interpersonal e institucional. Es imperioso avanzar hacia un entorno más competitivo, eliminando las rentas anormales que algunos grupos obtienen en Chile, en desmedro de los consumidores y una asignación de recursos eficiente.
Lección 7: La modernización del Estado permite aprovechar al máximo las posibilidades disponibles, por ejemplo, entregando transferencias monetarias eficazmente. Y como Chile se encuentra a medio camino del desarrollo, en lo que viene la demanda por bienes públicos aumentará más que el ingreso. Si el Estado no es capaz de satisfacer las demandas sociales legítimas, la ciudadanía se frustrará, debilitando nuestra democracia.
Esta Columna fue originalmente publicada en la sección “Voces” de La Tercera. Revisa el enlace aquí.