Economista Ana María Montoya, integrante del recién creado consejo asesor de la Subsecretaría de Ciencias para el diseño de una política de género, destaca que también es muy importante que el Estado incentive la corresponsabilidad del trabajo doméstico.
La pandemia ha golpeado particularmente fuerte a las mujeres en varios ámbitos. Uno de ellos ha sido el mundo del trabajo. Una drástica reducción de más de 10 puntos en la participación laboral, que remite a la presencia femenina de hace una década, junto a mayores exigencias de cuidado de terceros y de labores domésticas, han puesto este tema en el tapete de las discusiones.
La economista de la Universidad de Chile, fundadora de la Red ProCompetencia e integrante del recién creado consejo asesor de la Subsecretaría de Ciencias para le diseño de una política de género, Ana María Montoya, destaca que las medidas de confinamiento que se han adoptado ante la crisis sanitaria no son neutras desde un punto de vista de género. De acuerdo con la Encuesta Nacional del Uso de Tiempo, en Chile las mujeres destinan el doble de tiempo a tareas domésticas, y entre las parejas en que ambos están insertos en el mercado laboral, las mujeres destinan el 70% de las horas de trabajo de cuidado doméstico que este implica.
Plantea que el Estado debe generar políticas que incentiven la corresponsabilidad del trabajo doméstico haciéndolo más equitativo, ya que esto no ocurrirá de manera espontánea. Señala que algunas políticas públicas que van en pos de estos objetivos son el posnatal obligatorio para el padre, el cual se hace efectivo solo en un 20%, y para lo cual “se podría entregar incentivos o bonos”.
“Es necesario generar cambios culturales que promuevan la equidad en el cuidado de los hijos e hijas y en el desarrollo de las tareas domésticas, dado que estas diferencias en el interior del hogar se expresan en el mercado laboral. El fuero maternal se podría extender al padre también al igual que la licencia de niño menos de un año, de modo de equiparar los costos”, dice.
Propone que tanto el Estado como la empresa privada deben generar una red de apoyo para que la mujer pueda volver a salir a buscar trabajo. “Se requiere una red de apoyo en el cuidado de hijos, hijas y adultos mayores, para que así salir a buscar empleo no genere costos a las familias de las mujeres”.
- ¿Cuál es el impacto que puede tener a mediano y largo plazo una menor presencia femenina en el trabajo remunerado?
Esta pérdida de empleos femeninos es un retroceso en el futuro laboral. Si no se generan políticas focalizadas que permitan el teletrabajo, los altos niveles de desempleo femenino pueden perdurar por un largo tiempo.
Una menor presencia femenina está relacionada con una contracción de la oferta laboral, una pérdida de capital humano, una disminución en los niveles de productividad y una caída en la innovación. El aumento del capital humano de las mujeres dentro de la sociedad, además de las características propias asociadas al género femenino, generar un ambiente laboral menos discriminatorio, más propenso a los cambios, la innovación y el desarrollo productivo. Es fundamental incorporar a la mujer en los diversos espacios de trabajo, disminuyendo la sobre representación de los hombres en diversas áreas laborales.
Por otro lado, en Chile el 42% de los hogares está liderado pro una mujer, siendo el 31,1% monoparentales. Estos datos aumentan la relevancia de la rápida reincorporación de las mujeres al mercado laboral, dado a que un aumento en los ingresos de los hogares es una variable fundamental para el crecimiento económico del país.
- Usted ha estudiado la relación que existe entre discriminación de género y la eficiencia de los mercados, ¿Cuáles son las principales conclusiones de ese análisis?
La discriminación o sesgos de género producen un alto nivel de eficiencia en los mercados, lo que evidentemente se traduce en menor crecimiento y afecta a tanto consumidores como a las firmas. Estudios como el realizado por Gallego et al 2018, presentan evidencia respecto de que cuando hay mayor paridad de género en las empresas, aumenta la innovación y la productividad.
En la industria bancaria recientemente hicimos un estudio experimental con Eric Parrado, Raimundo Undurraga y Alexis Solís, donde nos encontramos que las tasas de aprobación de las solicitudes de préstamo de consumo son un 18,3% más baja para las prestatarias mujeres con similares características que los hombres, lo que estimamos como una pérdida de un 9,9% de los beneficios derivados de los préstamos, los cuales no son percibidos dado a la discriminación de género. En el mismo estudio detectamos que esta discriminación de género es realizada por ejecutivos hombres que presentan preferencias o sesgos hacia clientes hombres.
Dado loa anterior, es fundamental generar políticas orientadas a evitar que este tipo de sesgos generen ineficiencias en los mercados. Así como lo vimos en industria bancaria, es probable que existan otras formas de discriminación de género en distintos mercados y eso es lo que queremos seguir investigando.
Esta entrevista fue originalmente publicada en el Diario Financiero.