El martes 21 de agosto comenzó a circular en Venezuela, el Bolívar Soberano. La nueva divisa viene a reemplazar al “Bolívar real”, a combatir la hiperinflación y estabilizar los precios de los productos. El investigador del Instituto Milenio MIPP analizó el escenario y exploró causas y soluciones a la crisis de la economía venezolana.
Según cifras de las Naciones Unidas – hasta agosto de 2018- 2,3 millones de venezolanos han huido del caos político y económico de esta nación. Como medida contra la crisis nacional el Presidente venezolano Nicolás Maduro ordenó una reconversión monetaria para combatir la hiperinflación, que según cifras del FMI alcanzó 1.000.000 % anual.
El bolívar soberano entró a reemplazar al bolívar real con la promesa de hacer más accesible los productos básicos a los ciudadanos de Venezuela. Benjamín Villena, economista, investigador del Instituto Milenio MIPP y académico de Ingeniería Industrial sostiene que esta medida para combatir la hiperinflación es ineficaz pues no ataca la causa del problema.
“Eliminar ceros en los billetes o subir el salario mínimo no son soluciones, sino el reconocimiento de la inflación y pérdida de valor del bolívar frente a otras monedas, algo que los controles cambiarios del gobierno venezolano no aceptaban oficialmente”, afirma.
Asimismo, sostiene que vincular la nueva moneda con una criptomoneda supuestamente respaldada en petróleo “no tendrá ningún efecto porque no hay quien confíe en éstas, partiendo por los propios venezolanos”.
Según el académico el origen de la hiperinflación en Venezuela así como en todos los casos históricos en el mundo, como por ejemplo en Alemania y Hungría luego de la Primera Guerra Mundial, es un déficit fiscal gigantesco financiado por la emisión de dinero.
“Esto es algo que normalmente economías desarrolladas no se permiten por la responsabilidad fiscal, balance de poderes y orientación de la política monetaria hacia el control de la inflación, y no al financiamiento público”, explica.
Dólar, una posible solución
Una medida inmediata que frenaría la hiperinflación, indica Villena, sería adoptar el dólar u otra moneda externa estable como moneda nacional. Esto implicaría que el gobierno deje de imprimir dinero para pagar salarios u otros gastos públicos y realice, por esta vía, un ajuste fiscal gigantesco y radical.
“Significa también en gran medida eliminar subsidios enormes que Venezuela mantiene al consumo interno de energía. Es una medida que funcionaría, pero políticamente es inviable por el tipo de discurso político del gobierno venezolano”, afirma.
Una estrategia menos radical, agrega el investigador, sería la reducción del déficit fiscal a través de una reducción drástica del gasto público. Sin embargo, el ajuste fiscal o la dolarización “son medidas pueden dar como resultado la pérdida de apoyo político de quienes sostienen el régimen”.
“Es difícil pensar en recetas económicas tradicionales, porque necesariamente implicarán la pérdida de respaldo político interno que ya está bastante debilitado. Creo que la crisis generará un cambio de régimen político que permitirá los ajustes. La duda es cuánto tardará”, explica.
Con todo ¿Podrá Venezuela volver al mercado del crédito en el futuro?
“La situación es tan grave que es difícil que esto pueda pasar en el mediano plazo. No logrará créditos para ayudar a mejorar su situación si Venezuela no corrige su problema fiscal”, finaliza el investigador MIPP.