Escolaridad y pandemia: Una mirada a más de un año del cierre de los establecimientos educacionales

Abr 16, 2021 | Desarrollo y crecimiento, Desigualdad, Educación

El cierre de los establecimientos educacionales fue uno de los primeros efectos de la pandemia y también uno de los más evidentes. Ya en ese entonces causó un impacto inmediato, y ahora que ha pasado un año, las consecuencias no se terminan de medir. En el largo plazo, podrían afectar de manera importante el desarrollo y bienestar de las personas, pero según los expertos, aún se puede evitar.


 

De acuerdo con la UNESCO, la pandemia es la mayor perturbación escolar de la historia. En el peak de la crisis sanitaria, los datos de la UNESCO mostraban que más de 1.600 millones de estudiantes entre las etapas preescolar a universitaria en más de 190 países en todo el mundo (94% de la población estudiantil mundial y 99% en los países más desfavorecidos – países de ingresos bajos y medios-bajos) estaban sin acceso a establecimientos educacionales. Hoy en día, la mitad de la población estudiantil del mundo aún se ve afectada por el cierre total o parcial de establecimientos educacionales

En el mediano y largo plazo, el impacto de la crisis en el sistema educacional se traducirá en menores niveles de acumulación de capital humano, concepto que hace referencia al potencial productivo de las personas, que se mide por medio de las habilidades y capacidades adquiridas a través de su nivel de educación y experiencias, que desde una mirada macroeconómica, es uno de los activos más relevantes de una economía, y fuente para explicar el desarrollo y crecimiento económico de una sociedad. Según Pamela Jervis, economista, académica del Departamento de Ingeniería Industrial de la U. de Chile e investigadora MIPP, esto perjudica especialmente a las familias chilenas más vulnerables, puesto que en un escenario de pre-pandemia, estas ya se encontraban en desventaja, a pesar de décadas de progreso.

Jervis advierte que la inequidad en el acceso a recursos como conectividad, tecnologías disponibles y ambientes propicios para el aprendizaje que ha quedado en evidencia en el último tiempo, agudizará aún más las brechas educativas en el país y a nivel de región. Mientras más tiempo permanezcan cerrados los establecimientos educacionales, mayor será el riesgo de que los niños, niñas y adolescentes (NNA) pierdan su futuro.

«La brecha preexistente a nivel mundial, y en Chile, entre el quintil de ingresos más bajo y el más alto, a nivel preescolar, en el SIMCE, y en la antigua prueba de admisión universitaria PSU, no solo va a seguir existiendo, sino que se profundizará a tal nivel que generará efectos multidimensionales”, señala.

Según sus investigaciones, niños y niñas en sectores vulnerables comienzan a exhibir rezagos a nivel multidimensional en lenguaje, cognición, salud mental y nutrición desde muy temprano en la vida. «Ya a los 3 años  quienes pertenecen al 20% más rico de Chile tienen mejores habilidades verbales y de vocabulario, como mejores indicadores de salud mental al obtener en promedio 9 puntos más en ambas dimensiones que aquellos pertenecientes al 20% de  menores ingresos, brecha que continúa al medir las mismas dimensiones a los 13 años[1]”, destaca la académica.

“En el largo plazo, estos retrasos tienen consecuencias importantes en el desarrollo humano y bienestar de una persona. Uno de los factores que ha demostrado  ser extremadamente importante para el desarrollo de los niños y niñas, es la inversión parental, que puede traducirse en el poco tiempo de calidad que los padres pasan con sus hijos o en los bajos niveles de inversión en material didáctico o acceso a educación formal por medio de salas cunas o jardines infantiles”, desarrolla Jervis.

Por otra parte, las interrupciones en el sistema formal de educación no son las únicas que están afectando la acumulación de capital humano de los niños, niñas y adolescentes (NNA). La investigadora advierte que los problemas de salud mental y el nivel de estrés que está afectando a los padres, también es un factor de riesgo relevante que perjudica el entorno de desarrollo de los NNA y, por ende, su salud mental, fenómenos que han sido expuestos por la pandemia y que nunca fueron abordados adecuadamente por parte de las autoridades.

A pesar del pronóstico, Jervis confía que la evidencia de los distintos estudios referidos a la materia y las múltiples mediciones respecto a los efectos directos, e indirectos del de empeoramiento de la calidad del entorno donde viven NNA, pueda ser un llamado para que las autoridades actúen y así, evitar que desigualdades multidimensionales se sigan agravando debido a la pandemia. “La crisis sanitaria también puede ser una oportunidad donde el Estado, por medio de la implementación o rediseño de programas, iniciativas o políticas públicas, aborde adecuadamente las desigualdades preexistentes: proteja la salud física y mental de los estudiantes, profesores y personal escolar,  entregue orientación, capacitación continua, pedagogías flexibles alternativas y recursos para llevar a cabo la enseñanza remota,  provea recursos de crianza y aprendizaje a padres y educación digitales de acceso abierto, entre otras”, reflexiona.

Finalmente, Jervis asegura que “se debería avanzar en promover la productividad laboral flexibilizando los horarios durante la crisis sanitaria, para así, acomodar las responsabilidades de cuidado de los NNA y el aprendizaje en el hogar con las demandas del trabajo. Todo lo anterior con el fin de entregar las condiciones para fomentar la formación y acumulación de capital humano y así atenuar, con el uso de políticas focalizadas, el impacto que esta crisis sanitaria ejerce en las pérdidas de aprendizaje, el riesgo de abandonar el sistema educativo, igualdad de género, acceso a servicios vitales de protección, nutrición, salud y bienestar, en suma, el aumento de desigualdades multidimensionales preexistentes tanto para mujeres como para nuestros NNA”.


[1] Elaboración propia. La Encuesta Longitudinal de la Primera Infancia (ELPI) Tercera Ronda 2017 (http://observatorio.ministeriodesarrollosocial.gob.cl/elpi.php aplica el “Test de Vocabulario en Imágenes Peabody (TVIP, Dunn, L. M., Padilla, E., Lugo, D. y Dunn L. N, 1986)” que evalúa adquisición de vocabulario y habilidad o inteligencia verbal y el “Child Baheavior Checklist (CBCL, Achenbach y Rescorla, 2000)” que evalúa problemas de conducta, emocionales y socioemocionales para una muestra representativa a nivel nacional de niños y niñas de 0 a 11 años, el cual fue analizado por quintil de ingreso autónomo de los hogares ELPI catalogado en los quintiles de ingreso autónomo en base a los límites de ingreso de la encuesta CASEN 2017. Para el TVIP, se encuentra una diferencia de 9.1 y 10.6 puntos a los 3 y 13 años de edad respectivamente donde el puntaje estándar se encuentra entre 55-145 con una media de 100 y desviación estándar de 15. Para el CBCL, se encuentra una diferencia de 4.6 y 5.6 puntos a los 3 y 13 años respectivamente donde el puntaje total se encuentra entre 0-100 con una media de 50 y desviación estándar de 10.

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