Dentro de las distintas esferas en las que el COVID-19 ha permeado e influido en su funcionamiento dentro de la sociedad, es en el comercio internacional en donde su futuro se ve más difuso. En casos como el de Chile, con una economía abierta dependiente del intercambio de bienes y servicios, y que además cuenta con 29 acuerdos comerciales con 65 mercados, que representan el 67% de la población mundial y el 88% del PIB global, es donde nos encontramos expectantes a los acontecimientos mundiales.
Según datos del Banco Central de Chile, durante el primer trimestre del año 2020, las exportaciones chilenas totalizaron US$16.890 millones, lo que significó una caída de 7,5% respecto del mismo período del año anterior. Además, se registró durante mayo una caída en las exportaciones en un 15,2%, en comparación con igual mes del año 2019, al llegar a US$5.230 millones, lo que se considera como la peor caída en 10 años.
Durante junio el “Informe de Política Monetaria (IPoM)” destacó que la evolución de la pandemia del COVID-19 y las acciones adoptadas para su contención constituyen un shock sin precedentes y de gran magnitud para la economía mundial. El informe afirma que, en el caso chileno, se estima para el 2020 una contracción de entre -5,5% y -7,5%, la mayor en 35 años.
Frente a esta situación es que la Investigadora Marcela Valenzuela, Académica de la Facultad de Economía y Administración de la Pontificia Universidad Católica de Chile e Investigadora MIPP, comenta sobre la realidad chilena y mundial en materia de comercio internacional.
Según datos del Banco Mundial, la economía del planeta se contraerá en un 5,2% durante 2020 ¿Qué tan grande sería el impacto de esta crisis para una economía tan abierta como la chilena?
Claramente se verán afectados países que dependen del comercio internacional. Será un impacto fuerte para nuestro país, que, además, venía arrastrando los problemas del segundo semestre del 2019. La desaceleración de países relevantes como Estados Unidos o China y la consecuente caída en las exportaciones deja vulnerable a economías como la nuestra. Pienso que el panorama actual es que no estaremos entre los países que más se contraerán en la región y que luego el 2021 podremos estar mejor. Sin embargo, el panorama es incierto y no podemos afirmar que esto se mantenga así. Aún estamos conteniendo el virus, no sabemos cómo nos va a afectar un rebrote, por ejemplo. Todavía estamos enfrentando desafíos muy importantes, entre contener el virus a través de medidas de cuarentena y entre qué medidas adoptar para aminorar el impacto económico.
Mucho se ha hablado del aumento de las compras por internet ¿Es el e-commerce lo que se debe fortalecer para prepararnos frente a futuras emergencias?
El e-commerce debe fortalecerse no tan solo para prepararse para futuras emergencias, sino que las empresas deben adoptar la tecnología necesaria para ingresar al comercio electrónico y emprender una transformación digital en sus negocios, teniendo en consideración que la realidad está en constante cambio debido a la evolución de la tecnología. Esto es importante no solo para las grandes compañías, sino que también para pequeñas y medianas empresas, principales compañías de países emergentes.
Esta crisis en particular ha obligado a muchas de estas empresas a tener que digitalizarse, realidad en donde siguen existiendo grandes barreras de acceso, especialmente para las pequeñas empresas, quiénes ya cuentan más limitaciones financieras y se enfrentan a distintas barreras en comparación con las grandes empresas. Resulta importante que se brinde un apoyo a las pequeñas y medianas empresas, para que estas den el salto en su transformación digital, considerando que para nuestro país representan más del 50% del total de las empresas en Chile.
Para finalizar ¿Qué lecciones nos dejó la crisis del 2008 para enfrentar la que estamos viviendo ahora?
En términos de crecimiento económico, estamos menos preparados como región en comparación con la Crisis Financiera de 2008, puesto que previo a esta crisis Latinoamérica estaba expandiéndose de forma mayor a la realidad actual. Sin embargo, la crisis del 2008 nos dejó lecciones importantes, como por ejemplo los requerimientos de capital (capital buffers), que posterior a esta crisis, se introdujeron innovaciones en su funcionamiento. Los Capital buffers altos ayudan a los bancos a sobrevivir durante crisis financieras, aumentando su resiliencia, especialmente para Instituciones más pequeñas que son más vulnerables ante shocks externos, medidas que podrían aminorar los efectos negativos sobre el sistema financiero que dejará esta pandemia.