El nocivo sesgo de género empieza a afectar el futuro de las niñas del país desde la educación escolar, lo que se refleja en las postulaciones de las mujeres a la universidad y en el mercado laboral.
Un estudio presentó casos hipotéticos de escolares de enseñanza básica con bajo rendimiento en matemáticas a estudiantes de pedagogía básica en distintas universidades de Chile.
‘Las expectativas sobre el rendimiento futuro de los escolares diferían significativamente en función del sexo del estudiante’, dice Alejandra Mizala, académica de Ingeniería Industrial y directora del Instituto de Estudios Avanzados en Educación y del CIAE, de la U. de Chile.
‘Los futuros docentes consideraban que los niños mejorarían su desempeño en matemáticas, pero no las niñas, y que solo en el caso de las niñas estas dificultades actuales podrían tener consecuencias a largo plazo en el rendimiento académico general’, añade.
La académica, quien realizó el estudio con Francisco Martínez y Salomé Martínez, explica que ‘las expectativas que se tienen de niños y niñas llevan a tratos diferenciados que ellos y ellas perciben y que se traducen en una autopercepción equivocada sobre sus capacidades’.
‘Las niñas terminan creyendo que son más malas para las matemáticas que los niños, es decir, una profecía autocumplida’, añade.
Esta profecía se ve reflejada en las postulaciones de mujeres a las universidades. Un segundo estudio que realizó Mizala con Catalina Canals y Paola Bordón analizó los factores que influyen y las diferencias por género en las postulaciones.
‘Encontramos que un postulante que tiene las características promedio y solo se diferencia por ser mujer tiene 25% menos de probabilidad de postular a Ingeniería Civil, 12% menos a Tecnología y un 21% más de a otras carreras del área de la salud, como enfermería y fonoaudiología, que si fuese hombre’, señala Mizala.
Discriminación
Mizala agrega que, además, ‘encontramos que, a igual puntaje en la prueba de admisión universitaria y notas de enseñanza media, un hombre puede tener hasta un 25% mayor probabilidad de escoger una carrera selectiva que una mujer’.
‘Esto sugiere que las postulaciones universitarias están influenciadas por estereotipos sociales. (…) Las mujeres pueden sentirse inseguras sobre sus propios conocimientos, creyendo que son menos aptas para opciones más selectivas’, precisa.
A la vez, este nocivo sesgo de género persiste en las postulaciones de trabajo. Un estudio de Benjamín Villena, investigador del Instituto Milenio para Imperfecciones de Mercado y Políticas Públicas (MIPP) y profesor del Departamento de Economía de la U. Diego Portales, encontró que ‘las mujeres suelen cumplir más rigurosamente los requisitos que el empleador solicita que los hombres, quienes postulan a empleos para los que son menos aptos, en promedio, que las mujeres’.
Y agrega, ‘es posible que las mujeres anticipen cierto grado de discriminación desde las empresas y por eso cumplan los requisitos fielmente’.
Por otra parte, María Jesús García-Huidobro, gerente de marketing de Laborum.com, explica que el sesgo que comienza en la educación también se refleja en las pretensiones salariales. ‘Es posible que por el famoso techo de cristal, a las mujeres les cueste más optar por cargos más altos con mayores salarios; pero también influye el síndrome del impostor: muchas veces las mujeres no se sienten tan capaces como realmente son y eso produce que nos saboteemos a nosotras mismas’.
Para contrarrestar esto, los expertos concuerdan en que se debe abordar desde la educación temprana fomentando el que las mujeres confíen en sus conocimientos, promoviendo su participación en ámbitos masculinizados, pero también incentivando la participación de los hombres en áreas feminizadas.
Este artículo fue originalmente publicado en El Mercurio.