En Chile, la brecha de género en el estudio y desempeño laboral en carreras de Ciencia y Tecnología es importante. En 2020, la matrícula de pregrado de mujeres en carreras relacionadas con Ciencias básicas y Tecnología fueron 47% y 24% respectivamente y en postgrado, de 40,2% y 26,4%. La proporción de mujeres dedicadas a la investigación también es baja: solo el 34% del total de investigadores en Chile.
En ejecución de proyectos de carácter académico-científico, entre 2016 y 2019 solo 26% de los proyectos adjudicados por la ANID fueron postulados por mujeres. Y de los programas de innovación de Corfo-INNOVA en este rubro, sólo el 20% fueron liderados por mujeres. Respecto a la presencia de mujeres en centros de estudios, sólo el 22% de centros con financiamiento ANID/CORFO en 2019 cuenta con directoras mujeres.
Al estudiar el comportamiento de las empresas enfocadas en innovación, se observa que el 69% de ellas no cuentan con políticas internas de género. Este contexto es preocupante ya que mantiene alejado al país de los estándares de género establecidos por la OCDE.
En cuanto a políticas públicas, se discute ahora en el Senado el proyecto de ley sobre paridad de género en directorios de empresas públicas y privadas. Asimismo, el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación lanzó una consulta pública de su política de género, que apuntar a asegurar el acceso, desarrollo y liderazgo de las mujeres en el sistema CTCI.
Si miramos el entorno internacional, en Europa varios países han impuesto, por ley, cuotas de mujeres en directorios de empresas (Noruega, Francia, Italia, Bélgica, Holanda y Alemania y otros). El objetivo es romper el “techo de cristal” que impide que mujeres altamente productivas y calificadas logren puestos de liderazgo, lo cual es beneficioso no sólo para el desarrollo laboral de las mujeres, sino que también tiene efectos beneficiosos para el desarrollo y capacidad de innovación de las empresas.
En el ámbito académico, la falta de igualdad de oportunidades para las mujeres en Ciencias y Tecnología es una realidad global que está llevando a una revisión de las causas, para desarrollar e implementar soluciones. Tanto en el ámbito académico como en el sector productivo, es reconocido que la diversidad de equipos asegura nuevas perspectivas de investigación y reflexión y amplía los contextos.
Sin embargo, cuando hablamos de acciones afirmativas de género muchas veces nos cuestionamos qué efectos de eficiencia estática o de corto plazo se podrían estar sacrificando. Por eso es necesario considerar los costos de eficiencia dinámica que se perpetúan al no considerar los elementos de género en la participación de mujeres en el quehacer científico-tecnológico y productivo del país.
Vemos que el país avanza en la dirección correcta, donde una política integral desde el sector productivo y de investigación científico tecnológica podría generar eficiencias que traigan consigo externalidades positivas, lo que llevará a que las mujeres participen en ámbitos donde necesitamos un nuevo tipo de fuerza laboral para revitalizar la innovación y la productividad.
Esta columna fue originalmente publicada en el Diario Financiero.