¿Qué tan probable es que me asalten cuando salgo a dar un paseo en las calles de Santiago después del atardecer? ¿Aumentan las probabilidades de robo en el metro durante la hora punta? ¿Son los turistas más propensos a ser asaltados que las personas locales? Dependiendo de quién responda, extranjeros o chilenos, la respuesta cubrirá un amplio espectro de resultados.
Fuentes oficiales como ENUSC y el INE han informado recientemente que en la última década el número de víctimas de robo, asaltos o delitos similares ha disminuido en un 42%; y aun así, dentro de la misma década, el porcentaje de chilenos que creen que los índices de delincuencia han aumentado año tras año, permanece casi sin cambios. Las cifras concluyen que alrededor del 44% de las personas en estudio creen que ellos mismos serán víctima de un delito en el siguiente año, aunque alrededor del 90% de ellos nunca ha sido víctima de la delincuencia en el pasado. Naturalmente, la pregunta que emerge es: ¿Por qué la disminución de los índices de delincuencia no se refleja en la percepción de las personas?
“El miedo a ser víctima de la delincuencia puede limitar la vida social de las personas, así como puede ser uno de los factores determinantes que moldea el transcurso de las relaciones entre los ciudadanos y la comunidad”
Parte de la respuesta puede encontrarse en un factor que siempre está presente en el living de cada hogar: la televisión. Solo basta con un par de minutos cambiando los canales de televisión en la hora de los noticiarios para sentir que has sido informado de cada delito ocurrido en la ciudad; y cuando se vive en un país como Chile -donde la ausencia de armas significa una menor presencia de delitos espantosos- a menudo los noticiarios se basan en crímenes menores como asaltos, casos de carteristas, casi como si se tratara de llenar un vacío al respecto. Para evitar caer en referencias anecdóticas, nos acercamos al investigador del MIPP y académico de la Universidad Diego Portales, Matteo Pazzona, cuyas investigaciones están ligadas a la economía del crimen. “El nivel de victimización en Chile está dentro de los más bajos en la región, pero el nivel de inseguridad es muy alto”, confirma Pazzona, parcialmente basando su opinión en un informe del PNUD, que ilustra la diferencia entre la percepción del crimen versus la realidad, comparando datos entre Honduras y Chile. Los hallazgos indican que en ambos países los porcentajes de personas que sienten que la delincuencia ha aumentado últimamente son iguales (alrededor de un 40%), mientras que la tasa de homicidios en Honduras es más de 40 veces mayor a la de Chile (86.5 por 100.000 habitantes en Honduras, versus 2 por 100.000 habitantes en Chile).
La percepción de la delincuencia también baja cuando se reduce la exposición a las noticia sobre delincuencia.
Esta gran diferencia entre las creencias individuales sobre la frecuencia de los delitos y los índices reales de delincuencia no son un caso único en Chile; publicaciones recientes señalan que aun cuando la mayoría de los países occidentales ha experimentado una disminución de la delincuencia, la percepción de los ciudadanos insiste en un aumento de la delincuencia. Un estudio reciente de dos investigadores, Luigi Minale y Nicola Mastrorocco sobre el impacto de los medios de comunicación en la percepción del crimen en Italia, aborda estos problemas y puede ser una buena plataforma para hacer un paralelo. Como Minale y Mastrorocco señalan, la evidencia en Italia establece que a pesar de que los índices de delincuencia entre 2008 y 2012 disminuyeron, sobre el 80% de los italianos entrevistados cree que la situación es de forma contraria.
El trabajo de investigación titulado “Information and Crime Perception: Evidence from a Natural Experiment” (Información y percepción del crimen: evidencia de un experimento natural), investiga el impacto de los noticiarios en la formación de las percepciones, creencias y expectativas de los individuos, enfocándose particularmente en la percepción del crimen. El caso de Italia es especialmente interesante porque la influencia política que los gobiernos occidentales tienen a menudo – detrás de las tablas- sobre algunos canales de noticias específicos fue expuesta abiertamente en la política italiana durante los más de diez años de gobierno del Primer Ministro Silvio Berlusconi, un magnate de los medios de comunicación, dueño de la mayoría de la prensa italiana. Durante ese tiempo, Italia comenzó una iniciativa a nivel de país para reemplazar la señal de TV análoga por la digital. El proceso de digitalización que comenzó en 2008, fue realizado región por región, y cuando finalizó en 2012, el promedio de hogares pasó de tener 7 canales de TV análoga a más de 50 canales digitales donde elegir. Los autores usan este particular umbral como un experimento natural para identificar el grado en el que la percepción de la delincuencia de los individuos es alterado cuando se reduce la exposición a noticiarios que potencialmente sobre-representan la delincuencia.
Los datos disponibles sugieren que los canales de TV bajo la influencia de Berlusconi sobre-representan la delincuencia, en comparación con otros canales del país. Para asegurar que éste es realmente el caso y no una representación más baja del crimen por parte de los otros canales, los datos de Italia se compararon con aquellos de los principales canales de TV en otros países europeos. Los hallazgos confirman que los canales italianos dedican más tiempo a mostrar delincuencia que sus contrapartes europeas (después de ajustar las diferencias entre los índices de delincuencia). Con esto como punto de partida, los autores realizan el estudio haciendo uso de los datos regionales sobre los patrones que los individuos mostraron en el hábito de ver la televisión antes y después de cambiar a la señal digital, en conjunto con la información de una encuesta nacional anual realizada por la agencia nacional de estadísticas de Italia (ISTAT) sobre las creencias y percepciones de las personas en relación a hechos socio-políticos. El análisis se efectuó como una comparación «antes y después» sobre la percepción del crimen en la población, técnica estadística conocida como “diferencias en diferencias”. Para captar completamente el impacto de los medios de comunicación en la percepción del crimen, la comparación se hace en diferentes niveles, para distintos tiempos de transmisión, y a través de cinco grupos etarios.
Los resultados sugieren que el cambio a señal digital redujo en 12% el promedio mensual de exposición a las noticias sobre delincuencia para cada individuo (alrededor de 8.4 informes sobre crimen menos por mes). Como se sospechaba, la percepción de la delincuencia también baja cuando se reduce la exposición a las noticias sobre delincuencia. Los datos muestran que la cantidad de tiempo que pasan los individuos frente al televisor no cambia tras la implementación de la señal digital, sin embargo, entre 2008 y 2012 el porcentaje de televidentes durante las horas punta de los noticiarios bajó desde un 82% a un 60% para los canales análogos. Los canales digitales que obtuvieron más televidentes fueron casi por unanimidad canales de entretenimiento, mientras que el 95% del tiempo en que aumentó la audiencia de dichos canales fue gracias a las personas que al cambiar desde la TV análoga a la digital no ven ningún tipo de noticiarios. Un resultado aún más interesante, es que el ajuste más grande en percepción de la delincuencia en este experimento ocurrió dentro de individuos de 65 años o mayores, lo que demostró un 9.2% de disminución en percepción del crimen por 1 de deviación estándar en la disminución de los informes noticiarios sobre la delincuencia (o por 13 noticias menos sobre crimen mensualmente). Los individuos de este grupo etario usualmente no utilizan otras fuentes de información (como Internet, periódicos y radio), y esto explica por qué la magnitud de un descenso en la percepción del crimen como resultado de una exposición reducida a las noticias sobre delincuencia es la mayor para este grupo etario.
Otro aspecto en el que la percepción de la delincuencia influye directamente es la toma de decisiones electorales. El estudio predice que la disminución en la percepción del crimen causada por la reducción en la exposición a las noticias sobre delincuencia puede influenciar el 3% de personas con edad de 65 años o mayores –quienes votaron por la coalición gubernamental de centro-derecha – a cambiar su voto. Cuando se pregunta a las personas: “¿Qué coalición estaría mejor facultada para enfrentar el problema de la delincuencia?», los autores informan que el 51% de quienes responden eligen la coalición de centro-derecha, en comparación con el 20% quienes creen que la centro-izquierda podría hacer un buen trabajo, y un 29% a quienes les es indiferente. Si la percepción de los índices de delincuencia de los individuos puede ser vulnerable a la manipulación de los medios, tener influencia directa sobre los contenidos mediáticos es un incentivo negativo para que los candidatos utilicen esto como una herramienta de ganancias políticas.
Como Pazzona señala, la evidencia empírica de esta problemática en Chile es más bien escasa; sin embargo, existe un interesante estudio reciente del Departamento de Sociología de la Universidad Católica que intenta cuantificar la relación entre percepción del crimen y el consumo de medios de comunicación a través del análisis de datos de encuestas de opinión entre los años 2001 y 2012. El estudio indica que el determinante más grande en la percepción de la delincuencia es la experiencia previa que se tenga como víctima de la delincuencia. La inseguridad económica y el tiempo que los noticiarios dedican a los informes sobre la delincuencia –aunque cuantitativamente no muy relevantes- fueron también hallados como factores de impacto significativo. No obstante, para vencer las deficiencias inherentes que caracteriza a las referencias estadísticas de los datos de encuestas, se necesitan experimentos naturales que también pueden abordar la endogeneidad del problema entre los índices de delincuencia y la cobertura mediática.
Más allá de la curiosidad intelectual, la percepción irracional de la delincuencia tiene costos económicos, variando desde la devaluación en el precio de las propiedades, la caída en los flujos de turismo, hasta efectos adversos en el comportamiento y salud mental de las personas. “El miedo a ser víctima de la delincuencia puede limitar la vida social de las personas, así como puede ser uno de los factores determinantes que moldea el transcurso de las relaciones que los ciudadanos construyen con la comunidad, su capacidad para usar los espacios públicos abiertos, y la confianza que depositan en las instituciones gubernamentales” concluye Pazzona. Un experimento natural en Chile, similar al realizado en Italia, podría ir por un largo camino hacia el descubrimiento de la magnitud con la que los medios influyen en la percepción de la delincuencia.