El día 15 de abril de 2020 se publicaron los últimos resultados del sondeo “Pulso Ciudadano” de Activa Research, los cuales dejaron entrever enlaces no resueltos sobre la percepción de la ciudadanía respecto a las acciones gubernamentales desde el estallido social que comenzó en octubre. Hoy, ese quiebre se hace más evidente en la suspicacia ciudadana sobre las capacidades de las Instituciones chilenas para hacer frente al COVID-19: un 47,4% tiene poca o nada de confianza en que el Gobierno podrá superar el impacto del virus.
Joaquín Poblete, Investigador del Instituto Milenio MIPP y Académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile, se dedica a estudiar la economía de las organizaciones y la organización industrial, el cómo las personas toman decisiones dentro de un grupo social, una empresa, una familia u otro tipo de comunidad. Según su análisis, lo que caracteriza el presente y futuro de la economía nacional es su compleja posición y dificultad para entregar certidumbres.
Solo en marzo de este año, el Ministerio del Trabajo confirmó más de 299 mil cartas de despidos (un 38% más en comparación al mismo mes en 2019), las clases en todos los establecimientos educacionales del país continúan suspendidas hasta nuevo aviso, y un estudio de Harvard publicado el 14 de abril de 2020 en la Revista Science, indicó que la presencia del virus en el planeta podría extenderse hasta 2024 ¿Podrá soportará el sistema económico, político y el entramado social chileno, el peso de las sucesivas crisis?
“La economía funciona en base a la confianza y las expectativas. Estas permiten que la gente tome decisiones de largo plazo que son las que permiten realizar proyectos”, comenta Poblete refiriéndose a lo que podría ser un halo de esperanza para los efectos de la emergencia sanitaria y el estallido social. “Creo que el escenario se ve muy duro para todos y que para salir de buena manera tenemos que de forma urgente reponer las confianzas y entregar certidumbres, lo que se ve muy difícil con la clase política, la prensa y la elite cultural actual”, afirmó.
Así, las consecuencias económicas tienen raíces en una socavada percepción ciudadana sobre las Instituciones, que ya se hacía evidente en los meses anteriores a la pandemia del COVID-19. La encuesta CEP de a principios de año ya advertía esta situación: solo cerca de un 5% de los chilenos y chilenas mayores de 18 años confiaba en el Gobierno; un 8% en la televisión; y un 11% en los diarios. Buscando causalidades para esta desconfianza a la Institucionalidad, Joaquín Poblete afirma que se trata de una acción multidimensional, es decir, “confiar en que las autoridades que no serán corruptas y permitirán a todas las personas jugar en una cancha pareja, confiar en el sistema judicial que actuará de forma apegada a la ley de forma que todos entendamos las reglas del juego, confiar en que el Congreso establecerá esas reglas de forma razonable y pensando en el bien común”.
Un ejemplo ilustrativo de esta desconfianza es la baja del Índice de Confianza del Consumidor (IPEC) medido por Adimark durante el pasado mes de marzo, donde los resultados arrojan que el problema de escepticismo se traslada hacia las Instituciones económicas. La rápida propagación del virus tuvo como consecuencia una baja de casi 5 cifras del índice, situándose en 27,8 puntos, uno de los puntajes más pesimistas en 36 años (solo superado por la Crisis Económica de 1983 y la Crisis Asiática de a finales del siglo XX).
Para Joaquín Poblete, la prioridad de restablecimiento de las confianzas se erige en planos individuales, esto es, en la relación de unos con otros, donde se presume que existirá una correlatividad para que se cumplan compromisos y se actúe de buena fe entre las partes involucradas. En este panorama, para el Investigador la libertad juega un rol protagónico, puesto que se debe tener en consideración las chances que tiene cada persona para planificar su propio desarrollo. “Está muy estudiado en economía que el mejor predictor del desarrollo económico y social es la confianza. (…) Ese es mi sueño para Chile hoy, respeto a las instituciones y entre las personas”, concluye.