Por Jackie Zhang
Existen muchos temas sobre los cuales un candidato político puede basar su campaña, como reforma educacional, derecho al aborto, pensiones, impuestos, por nombrar algunos ejemplos. Durante la campaña presidencial de Chile en 2017, pudimos ver cómo mientras un candidato prometía rebajar los impuestos a las empresas para atraer inversión y reactivar la economía, otro candidato prometía atacar la desigualdad y aumentar el acceso a la educación gratuita. ¿Cómo debería un candidato elegir en qué tema enfocar su campaña y en cual ser impreciso? En particular, ¿Cómo esta decisión de campaña depende de ambos candidatos y de los intereses del oponente?
Para responder a estas preguntas, es necesario conocer la manera en que las decisiones de los votantes están determinadas por los mensajes de los candidatos. Al escoger hablar sobre el tema A pero no el tema B, el candidato está siendo preciso sobre sus políticas en A e impreciso respecto a B. Asumiendo que las promesas de campaña son creíbles, esta estrategia puede ser percibida como un compromiso a la política del tema A, pero permitiendo cierta libertad sobre el tema B.
Esta estrategia afecta la percepción de los votantes sobre las futuras medidas de los candidatos en ambos temas. Por ejemplo, cuando este año el candidato ganador de las elecciones prometió reducir los impuestos pero ignoró el tema de la educación, los electores no sólo tienen que reconocer su política económica sino que también darse cuenta de su medidas preferidas en educación. Esto importa especialmente cuando los electores no concuerdan con su postura en temas de educación. Para entender más profundamente cómo esta observación afecta la decisión de los candidatos en escoger el principal tema de su campaña, observemos más de cerca los diferentes elementos que la componen.
Las campañas políticas, son por supuesto, increíblemente complejas. En mi actual investigación (Vagueness in Multidimensional Proposals), el proceso de campaña se abstrae en un modelo de teoría de juegos con el fin de enfocarse en la elección del tema de la campaña de cierto candidato. Por ejemplo, consideremos una elección con dos candidatos, que podría ser un republicano y un demócrata. En honor a la simplicidad, asumamos que solo hay dos temas que importan a ambos candidatos y los electores: medioambiente y gasto militar.
Cabe destacar que los candidatos tienen intereses propios diferentes a los ciudadanos que conforman el electorado. Es decir, cada vez que los votantes quieren que el gasto ambiental sea x% y el gasto militar sea y%, el candidato demócrata quiere x% para el medioambiente y (y-5)% para el militar, mientras el republicano quiere (x-5)% para el medioambiente y y% para el militar. En otras palabras, cada candidato se alinea con los votantes en exactamente un tema, y el 5% es el sesgo del candidato en el tema que no está alineado.
¿Qué saben los candidatos políticos y los electores? A través del aprendizaje del historial de un candidato (votaciones históricas, políticas implementadas durante periodos anteriores, alianzas de partidos, etc.), no es difícil conocer la tendencia política de un candidato. Por lo tanto, asumo que el sesgo del candidato es de sentido común, lo que significa que todos saben que el candidato demócrata está en desacuerdo con el gasto militar, y su sesgo es exactamente 5%. La suposición para el candidato republicano es similar.
Lo que no es de conocimiento publico es la política pública óptima. Aunque los electores quieren un medioambiente sustentable en el cual vivir sin gastar demasiado, realmente no saben lo que se requiere para alcanzar este objetivo. ¿Es un 5% del PIB el monto adecuado para gastar en medioambiente o es un 6% o quizás un 10%? Los candidatos, sin embargo, pueden tener mayor información sobre cuál es la política pública óptima debido a su experiencia. Pueden conocer por experiencia cómo se aplica, o tener acceso a información relevante. Por consiguiente asumo que ambos candidatos conocen la política más óptima para ambos asuntos, pero los votantes no.
Durante la campaña, los candidatos hacen propuestas a los electores de manera simultánea. Una propuesta puede abarcar ambos temas (medioambiente y gastos militares), y puede ser especifico o ambigua en cada uno de los temas. Por ejemplo, un candidato puede prometer gastar 5% del PIB en temas militaros pero muy ambiguo sobre el tema medioambiental. Si es elegido, el candidato está obligado por su promesa en el tema militar pero es libre de implementar como quiera en el tema medioambiental.
En este escenario uno puede observar la dificultad de los votantes: Quieren utilizar la experiencia de los candidatos de implementar la mejor política pública, pero no pueden confiar en los candidatos. Los electores observan las propuestas y tratan de adivinar cuál es la política pública óptima para el tema al cual no se está refiriendo el candidato. Basado en esta premisa, y en lo que es conocido sobre los sesgos de cada candidato, los votantes eligen su candidato favorito.
Dados los supuestos de la información y las acciones de candidatos y votantes, mi investigación apunta a que los candidatos políticos deben ser ambiguos sobre el tema en el que están alineados con los votantes. Supongamos que el demócrata es ambiguo sobre el medioambiente. Dado que los votantes confían en el candidato en este tema, esperan que haga lo correcto sin que ellos mismos sepan lo que es. Además, para cualquier política ambiental que anuncie el candidato republicano, ya que los votantes no tienen idea de qué es la mejor, deberían ser escépticos y pensar que el candidato está proponiendo la mala política que el candidato desea.
Por otro lado, si el candidato demócrata es más específico sobre el tema medioambiental, puede hasta perjudicar su candidatura. Imaginemos que anuncia su medida medioambiental más óptima. Ahora el candidato republicano puede anunciar cierta propuesta que concierne al medioambiente más cercana a su preferencia, pero comprometer un poco a los electores. De esta manera, los electores aprenden qué es lo mejor que el candidato demócrata puede ofrecer, pero darse cuenta que el republicano está haciendo una concesión. Y el candidato demócrata no quiere eso.
¿Es plausible que los candidatos se enfoquen en sus propuestas políticas que están desalineadas con los electores? Cabe destacar que, los partidos han demostrado esfuerzos considerables enfocarse en las propuestas políticas mas aventajadas de la oposición. Por ejemplo, en la campaña presidencial del año 2000 en Estados Unidos, George W. Bush se centró en la educación y la seguridad social, temas que tradicionalmente se perciben como demócratas. Bill Clinton, por otro lado, se enfocó en temas de crimen y delincuencia convirtiendo en 1996 una debilidad de los demócratas en una fortaleza (como se explica en el trabajo de Aragones et al.).
Asimismo, el mecanismo explicado mas arriba es en parte parecido a la reciente elección presidencial en Chile. Durante gran parte de la campaña, ambos candidatos pusieron énfasis en sus fortalezas. Fueron ambiguos sobre aquellos temas de campañas que no sintonizaban con los electores y muy específicos sobre temas alineados. Durante la segunda vuelta de las elecciones, los candidatos comenzaron a enfocarse en aquellos temas en que estaban en desacuerdo con los electores, haciendo concesiones sobre los mismos. Por ejemplo, la campaña del candidato ganador se centró en el crecimiento económico. Sin embargo, en la recta final de la campaña, accedió a dar gratuidad en la educación a aquellos estudiantes que se matricularon en establecimientos técnicos, lo que podría ser percibido como un compromiso con aquellos temas con los que no comulga. Esto fue un paso lógico para el candidato dado que los votantes ya sabían que su contrincante estaba por la gratuidad en la educación universitaria. Dado que los electores ya confiaban en él para el crecimiento de la economía chilena, este compromiso adicional hacía del candidato aún más atractivo.
Como se ha visto, es importante para un candidato escoger en qué tema de campaña será ambiguo. Ser específico sobre sus ventajas lo expone y debilita frente a su oponente. Ser ambiguo, sin embargo, permite que la ignorancia de los electores sobre ciertas políticas cree obstáculos insuperables para su contrincante.